martes, 1 de noviembre de 2011

PALABRAS DE SAN FRANCISCO SOLANO

PALABRAS DE SAN FRANCISCO SOLANO

“Glorificado sea Dios”.

“Nuestra bienaventuranza consiste en estar bien con Dios, amándole de corazón y haciendo en todo su santa voluntad”.

“Me asombra cómo no nos abrasamos y hervimos en amor de Dios considerando un tan gran Señor como tenemos”. “Amad a Dios hijos, amad a Dios”.

“¡Qué buen amigo, qué buen amigo es Dios!”

“¡Oh, qué buen Dios tengo! ¡Oh buen Dios y Señor todopoderoso!”

“Mirad pecadores, no ofendáis a Dios. Mirad que tenéis buen Dios y está diciendo: no me azotéis más que me duele mucho.”

“Amen mucho a Dios, quieran mucho a Dios, sirvan mucho a Dios.”

“Milagro, milagro cierto,
soberano y muy divino,
que en forma de pan y vino
Nuestro Dios viene encubierto”.

A mi hermana Inés

A mi hermana Inés Gómez Solano, 
en la calle de San Agustín, en Montilla. 

Con extremado contento, hermana mía, recibí la suya sabiendo por ella que vuesa merced y mis sobrinos tienen salud, aunque acompañada de trabajos: fruta con que el Señor regala a los suyos. Estímelos en mucho, y padézcalos con grande alegría, porque es merced muy señalada, que su Divina Majestad le hace; y según dice Pablo, “como fuéremos compañeros de las pasiones y trabajos de Cristo, lo seremos de sus consolaciones”. Y pues Jesucristo le ha echado el ojo para hacerla compañera suya en sus trabajos, señal es que también la quiere hacer compañera de las consolaciones de su gloria. Agradézcale mucho el cuidado que tiene de su salvación. A nuestra sobrina Brígida de Gálvez dará mis recomendaciones, y que no le doy el pésame, sino el parabién de la muerte de tan buen hermano. Pues de creer es que, según su vida, está gozando de la vida sin muerte.

Pues gusta a vuesa merced de tener en compañía a María y a Mencía, deseo que sean santas siervas de Dios. Ayúdeles con buena doctrina. Nuestra bienaventuranza consiste en estar bien con Dios, amándole de corazón y haciendo en todo su santa voluntad; y el medio para alcanzarlo se contiene en la siguiente oración: “Todopoderoso y clementísimo Señor, Dios y Salvador mío pésame de todo corazón de haberos ofendido por ser quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas y propongo de nunca más pecar y de apartarme de todas las cosas de ofenderos, y de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Yo os ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Suplico, Señor, con firme esperanza en vuestra bondad y misericordia infinita, me los perdonaréis por los merecimientos de la preciosa sangre y Pasión de mi Señor Jesucristo, vuestro Hijo, y me daréis gracia para enmendarme y preservar hasta la muerte. Amén”. Tenga cuidado de mandar leer esta oración muchas veces, hasta que la tome de memoria, y dígala todos los días muy de corazón, porque va la salvación del alma y el alcanzar la vista de Dios, el cual prospere a vuesa merced en su santo servicio y en la gloria nos veamos.

De Lima, 16 de marzo de 1610 
Su hermano, fray Francisco Solano

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