viernes, 11 de noviembre de 2011

LUGARES SOLANISTAS MONTILLA


LUGARES SOLANISTAS EN MONTILLA

            Todos los rincones de Montilla nos hablan de San Francisco Solano. Azulejos, imágenes o lienzos podemos encontrar en calles, templos, casas y empresas. Pero algunos lugares son especialmente solanistas porque en ellos vivió el Santo momentos importantes.

PARROQUIA SAN FRANCISCO SOLANO

Se levanta sobre el solar de la casa donde nació, en marzo de 1549, El Santo. Aquí creció con el cariño de sus padres Mateo y Ana y sus dos hermanos mayores Diego e Inés. En esta casa vivió Francisco hasta que cumplió 20 años y entró en el monasterio.
 

Hoy a Solano podemos conocerle más a través de los lienzos que nos reflejan algunos momentos de su vida, así como los mapas de su itinerario y algunas cosas que le pertenecieron.

PARROQUIA  DE  SANTIAGO

En la época de Solano existían n Montilla varias iglesias, como la de San Sebastián, San José, Santa Clara… Pero una única parroquia, la de Santiago. El Santo recibió el bautismo el 10 de marzo de 1549. Conservamos la misma pila, custodiada ahora por la capilla que hiciera Manuel Garnelo.

Aquí venía todo el pueblo a Misa, a las bodas, los entierros, la Navidad, la Semana Santa… También El Santo venía aquí a rezar, a celebrar los sacramentos... Haría aquí su primera comunión. Cuentan que cerca de la pila de agua bendita, entrando a la derecha, están enterrados sus padres.

Podemos contemplar el magnífico lienzo que pintó José Garnelo con las dos curaciones que hizo Solano, siendo fraile en Montilla. (Curación de un niño en la calle FUENTES y la de un paralítico en la calle FERIA).


SANTUARIO DE SAN JUAN DE AVILA (COLEGIO DE LOS JESUITAS)

Esta iglesia y los pisos que le rodean era la escuela de los jesuitas. (Por eso la calle de atrás se llama calle Escuelas, porque por allí se entraba a la escuela). La escuela la abrió San Francisco de Borja cuando Solano tenía sólo 4 años más o menos. Por lo que él fue uno de los primeros en entrar.

San Juan de Ávila enseñaba el catecismo aquí, y lo hacía con canciones. Como a Francisco le gustaba la música y cantaba muy bien, se aprendía las cosas corriendo.
Cuando murió San Juan de Ávila, San Francisco Solano tenía 20 años, y fue cuando entró de fraile en el convento de San Lorenzo. Los restos mortales de San Juan de Ávila se guardan el relicario del retablo actual.

RESTOS DEL CONVENTO DE SAN LORENZO


 

            A la salida de Montilla hacia Espejo encontramos las murallas de lo que fue el convento de San Lorenzo, donde Solano entró con 20 años como novicio franciscano e hizo sus votos religiosos. Maravillosa su portada, aunque necesitada de restauración.

ERMITA DEL SANTICO

Esta pequeña iglesia se levanta en la calle Córdoba para recordar que en este lugar, El Santo, siendo adolescente daba de comer a los niños pobres del barrio. Aquí se paraba Solano para dar comida y también para enseñarles a los niños el catecismo que él aprendía en el colegio. 

Por esta calle bajaba él de casa a su campo para trabajar o para llevar la comida a su padre. Tenían olivos y viñas.


ERMITA DE SAN JOSÉ

Sabemos por los testigos que aquí venía El Santo con su familia a Misa cuando jovencito.

MONASTERIO DE SANTA CLARA

El año que vivió en Montilla siendo ya sacerdote, venía a celebrar Misa aquí y a atender a las clarisas. Cuentan los contemporáneos que cuando se enteraban los montillanos que predicaba el Padre Solano, acudían al convento para escucharle.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

HISTORIA Y PATRIMONIO

Localización
La Parroquia San Francisco Solano se encuentra en Montilla, vicaría de la campiña y arciprestazgo de Montilla-La Rambla.
Se levanta sobre la casa natal de dicho santo, en el número 18 de la calle que lleva su nombre.
Dentro de la ciudad se encuentra en el centro de la misma, limitando con las otras tres parroquias montillanas.

Reseña histórica

Esta iglesia, fue construida en el solar de la casa donde nació el santo mon­tillano a instancias del licenciado don Francisco Isidro de Alba, quien ya había comprado ese inmueble en 1664. Sus obras, sin embargo, no se comenzaron hasta el año 1681, rematándose poco tiem­po después, muy posiblemente con la in­tervención de Melchor de Aguirre. No obstante, durante todo el siglo XVIII será objeto de reformas y mejoras.

El edificio, semejante a un templo con­ventual, según reconoció ya a finales del Setecientos Antonio Jurado y Aguilar, presenta planta de cruz latina con capillas laterales comunicadas entre sí que for­man como unas naves menores. Sus aus­teros alzados se articulan por un orden gigante de pilastras toscanas, que en la nave marcan cuatro tramos y ciñen los arcos de medio punto que comunican con las capillas. En dichos apoyos monta un entablamento con cornisa decorada a ba­se de tacos y ovas, en la que descansan las bóvedas de medio cañón con lunetos y fajones que cubren el interior, a excep­ción del tramo central del crucero que recibe una media naranja sobre pechinas. Tales elementos llevan los únicos ornatos de este severo templo, unas yeserías típi­cas de los últimos años del siglo XVII, que ya preconizan el típico cardo diecio­chesco. Dentro de unas cartelas ovales aparecen los bustos de San Francisco, San Buenaventura, San Antonio y otro santo franciscano, completando esa com­posición ornamental ángeles, ristras de frutos, mascarones y unos estilizados mo­tivos vegetales. El tramo de los pies está ocupado por el coro alto, que se eleva sobre un amplio arco, obra que llevó a cabo el maestro Benito Ximénez para las fiestas de canonización del santo en 1727, corriendo con sus costos el cabildo mu­nicipal.

En la parte de la epístola se localiza la capilla de la Virgen de la Aurora, junto al brazo del crucero. Fue costeada por la duquesa de Medinaceli en 1699, aun­que tiene elementos, particularmente or­namentales, que delatan una fecha más avanzada del siglo XVIII. Se reduce a un pequeño recinto rectangular con dos tramos de bóvedas vaídas. Estas bóvedas y sus placados pueden pertenecer a Gas­par Lorenzo de los Cobos, quien inter­viene en la capilla en 1721.

Los exteriores de la iglesia, labrados en piedra de Fuente de Alamo, quedan entre otras edificaciones, sobre las que emergen los limpios volúmenes de la nave y el cajón de la cúpula con su cubierta piramidal.

Sólo asoma a la calle la fachada prin­cipal, que se trata de un original proyecto equivalente a un patio porticado partido por la mitad. Así ofrece una disposición en U, aunque de trazado irregular, com­poniendo su primer cuerpo arquerías de medio punto, tres para el frente y una para cada lateral, que descansan en co­lumnas toscanas de piedra blanca. Dichos arcos resaltan con sus acusadas molduras y con unas ménsulas gallonas y envueltas en volutas que ocupan las claves, mien­tras que las enjutas lucen simples trián­gulos. Un entablamento con triglifos sirve de tránsito al segundo cuerpo, que en lu­gar de la estructura calada del primero tiene una construcción maciza, aunque abierta en balcones, que en este caso se enriquecen a base de un baquetón que forma orejetas superiores. Esta organi­zación se interrumpe en el centro, donde entre pilastras toscanas hay una apara­tosa hornacina, característica de finales del siglo XVII, que cobija una imagen en piedra policromada de San Francisco Solano. Delante del ala izquierda se eleva una pequeña torre de base cuadrada, cu­yo cuerpo de campanas rematado en un chapitel piramidal de ocho lados se arre­gló, particularmente en su azulejería, en 1910 con motivo de la celebración del tercer centenario de la muerte del san­to.
Detrás del atrio se encuentra la puerta de ingreso. Es adintelada con marco de orejetas y aparatosa clave de hojarasca, encuadrada por ristras de frutos. Esta por­tada hay que relacionarla con la del pa­lacio de los marqueses de Priego.


                    Retablos y escultura.
                    Retablo mayor
    Obra de madera dorada, que en 1728 contrata Francisco Sánchez Prieto, mayordomo de la Obra Pía, con Gaspar Lorenzo de los Cobos, quien se obligaba a «hacer un retablo de toda costa para la capilla y altar del bienaventurado santo en dicha iglesia».

El retablo es una típica máquina ba­rroca, de gran aparato y efecto, pudién­dose considerar como una obra de interés dentro del panorama artístico cordobés de la época, aunque sin la categoría de otros contemporáneos como el de la Com­pañía o el de San Francisco de Córdoba. A mayor escala reproduce el esquema del altar del propio Cobos en el Sagrario de Montemayor, ampliación que no sólo per­mite que su traza resulte más monumen­tal sino también más complicada. Dicha traza, muy característica de las primeras décadas del siglo XVIII, si bien con algún resabio de la centuria anterior, concre­tamente del retablo mayor de la catedral de Córdoba, presenta alto banco jalona­do por ménsulas y netos con niños at­lantes y dos cuerpos de tres calles que articulan columnas salomónicas. El pri­mero de ellos tiene seis de esos apoyos, dos en los extremos y cuatro encuadran­do la calle central, con la peculiaridad de que los dos internos se adelantan. So­bre ellos montan las dos únicas salomó­nicas del segundo cuerpo. Culmina el con­junto un ático curvo con machones, ade­lantados respecto a los paños laterales.
Pese a su riquísima y abundante deco­ración, los juegos de masas originados por las salomónicas otorgan un gran vi­gor al retablo, particularmente a la calle central. En ella destaca la amplia hor­nacina que alberga al santo titular, re­saltada asimismo con un aparatoso dosel cuyos cortinajes recogen ángeles dispues­tos de perfil, solución también puesta en práctica en la portada del Sagrario de Montemayor. La imagen de San Fran­cisco Solano es obra de talleres granadi­nos, desde donde llegó a Montilla en 1689 a solicitud del mayordomo don Francisco Ramírez Muñoz, capellán de la marquesa de Priego. Se ajusta bien al modelo del santo fraile de esa escuela con un hábito de severos y amplios pliegues que marcan verticalmente su caída, y un rostro de fac­ciones enjutas y firmes que expresa in­tensa espiritualidad, sobre todo en su mi­rada. Por todos estos rasgos la obra se relaciona con la producción de los Mora. El santo porta crucifijo y concha de plata, siendo de este mismo material su diade­ma. A ambos lados aparecen dos indíge­nas arrodillados. La calidad de la imagen queda resaltada por una primorosa poli­cromía de grandes motivos dorados sobre fondo pardusco. Gaspar Lorenzo de los Cobos, de acuerdo con el contrato, se hizo cargo de las demás imágenes, a sa­ber: San José, San Anto­nio, San Pablo y San Francisco de Asís, las cuales ocupan los nichos pequeños de las calles laterales, tanto del primer cuerpo como del segundo. Centra este último cuerpo un crucificado, dentro de un marco adaptado a su disposición. Preside el ático el busto del Padre Eterno.


Retablos de San Juan Nepomuceno y San Vicente Ferrer

Los retablos de San Juan Nepomuceno y San Vicente Ferrer ocupan, enfrentados, los brazos del crucero del templo, respectivamente en el lado de la epístola y el evangelio. Ma­dera tallada y dorada. Están situados am­bos sobre un frontal de jaspe rojo y cons­tan en sentido horizontal de banco, prin­cipal y ático, en tanto que en sentido vertical se dividen en tres calles separadas por estípites.
El banco presenta entre mensulones, en la calle central, un sagrario que se pue­de ocultar por medio de puertas decora­das con menudos follajes. Sobre él, en el principal, en una hornacina de medio pun­to se encuentran las imágenes respectivas de los titulares de cada uno de estos con­juntos, en tanto que en las calles laterales, sobre repisas, se hallan las figuras de San Isidro Labrador y San Judas Tadeo en el primero, y de Santa Catalina de Siena y Santa Rosa de Lima en el segundo.
Los áticos, de medio punto, presentan, continuando la calle medial, una gran car­tela de borde mixtilíneo que muestra sen­dos escudos heráldicos. Se rematan los conjuntos con la figura, de bulto redon­do, de un ángel. Anónimo. Son obras fe­chadas hacia 1745.

San Isidro Labrador. Talla de tamaño algo menor que el natural. A sus pies se halla el arado. Viste casaca dieciochesca ricamente estofada. Procede de la desaparecida ermita de San Blas. Anónimo. Primera mitad del XVIII.

San Judas Tadeo. Talla de aproxima­damente 110 cm. El apóstol se envuelve en un ampuloso manto de policromía ro­jiza y porta un hacha, atributo con el que fue martirizado.

San Vicente Ferrer. Talla de tamaño na­tural. El santo dominico presenta mag­nífico estudio de telas en su hábito y su capa, abierta a partir de sus antebrazos. Sostiene en su mano izquierda una cruz a la que contempla y señala con la de­recha.

Santa Rosa de Lima y Santa Catalina de Siena. Ocupan las calles laterales del retablo de San Vicente. Tallas de aproxi­madamente 120 cm. con la peana. Ambas santas aparecen con atuendo monjil. La primera sostiene en sus manos un paño sobre el que aparece un Niño Jesús; por su parte, la santa de Siena sostiene en sus manos una cruz a la que hace ademán de besar.
Estas tres últimas imágenes, de mag­nífica ejecución, están, estilísticamente, muy próximas al taller de Pedro de Me­na. Ultimo tercio del siglo XVII.


Retablo de Nuestra Señora de la Aurora
   
En la parte de la epístola se localiza la capilla de la Virgen de la Aurora, junto al brazo del crucero. Fue costeada por la duquesa de Medinaceli en 1699, aun­que tiene elementos, particularmente or­namentales, que delatan una fecha más avanzada del siglo XVIII. Se reduce a un pequeño recinto rectangular con dos tramos de bóvedas vaídas. Estas bóvedas y sus placados pueden pertenecer a Gas­par Lorenzo de los Cobos, quien inter­viene en la capilla en 1721

Madera tallada y dorada. De tamaño pequeño pero de gran categoría en su con­cepción y, especialmente, en su ornato, a base de follajes menudos y abundantes de finísima labra.
De planta muy quebrada, presenta ban­co con pedestales, llevando los interiores figurillas de ángeles con guirnaldas de flo­res. El cuerpo del retablo se organiza en función del saliente arco del camarín al que se anteponen dos estípites de robus­tas masas y especial decorativismo, la mi­tad inferior, de forma troncopiramidal, luce guirnaldas de flores y unas molduras de remate que, sobre la parte central de las caras, forman arquillos conopiales.
En la mitad superior del estípite se su­perponen diversos elementos que se es­trangulan o ensanchan con decoración vegetal. La estructura de la calle central del retablo, emerge entre estrechísimas calles laterales señaladas mediante estí­pites cuya mitad inferior reproduce prác­ticamente los ya descritos, aunque en el resto se producen cambios. Los estípites extremos muestran en su parte superior diversos moldurajes curvos y rectos con­secutivos en tanto que los otros estípites se completan con fragmentos de fuste ri­camente decorados con acantos. Las ca­lles laterales tienen repisas rematadas con veneras que funcionan como hornacinas.
Culmina el retablo con un ático, de diseño mixtilíneo, ocupado en su calle central por una gran corona imperial que sostienen ángeles, figuras que también aparecen distribuidas por la cornisa del coronamiento. Anónimo. Hacia 1740.


Nuestra Señora de la Aurora, Patrona de Montilla
Situada detrás del retablo, en un camarín de plan­ta rectangular y sencilla cúpula elíptica.  Talla policromada de unos 152 cm. de al­tura.
La imagen se sitúa de pie sobre pedes­tal de nubes con cabezas de querubines. Viste túnica roja y, a la altura de la cin­tura, un dinámico manto, recogido sobre el brazo izquierdo, cae hacia los pies por el lado contrario. La Virgen tiene un ros­tro dulcísimo, propio del autor al que se atribuye, enmarcado por una cabellera de sinuosos bucles que se peinan hacia atrás a la altura de las sienes. Porta en su mano derecha un estandarte de plata y en la izquierda sostiene un Niño Jesús desnudo en ademán de bendecir.
Manto y túnica de largos y sinuosos pliegues dotan a la figura de María de una movilidad andante plena de gracia. Es rutilante la policromía de las telas.
Atribuible casi con certeza a José de Mora, ya que coincide estilísticamente con otras imágenes de este autor en dife­rentes localidades del sur cordobés.
La Virgen se halla situada sobre un pedestal formado por dos octógonos con­céntricos, elevado el menor sobre torna­puntas situados en los ángulos. Se com­pleta con pequeños y graciosos angeli­llos.


Retablo de Nuestra Señora del Carmen

Madera tallada y dorada. Tiene un ban­co muy estrecho, seccionado por las ménsulas que soportan los finos estípites del principal; éste presenta tres calles, la cen­tral, con hornacina de planta trapezoidal, cubierta con un geométrico doselete con cortinajes que abren dos angelillos y que alberga una imagen de Nuestra Señora del Carmen. En las calles laterales, ante fondos lisos que semejan hornacinas por medio de los moldurajes de enmarque, situadas sobre repisas decoradas con fron­dosas hojarascas, las imágenes de tamaño pequeño, en terracota, de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier.
El ático, de medio punto, presenta en su centro un florón entre molduras mix­tilíneas, flanqueado por caladas placas de follajes rizados. Como remate, un angelillo sobre pedestal porta una palma. En torno a 1750.

Nuestra Señora del Carmen. Madera ta­llada y policromada. Altura 150 cm. La imagen, de correcta factura, se representa vestida a la manera tradicional carmeli­tana: túnica parda, decorada con ramos, escapulario y capa dorada. En el brazo izquierdo sostiene un Niño Jesús, en mo­vido escorzo, y con la mano derecha su­jeta un escapulario. Asienta sus pies sobre un pedestal de nubes y cabezas de que­rubines, y se cubre con una corona im­perial.
Es obra de mediados del siglo XVIII.


Retablo de Nuestra Señora de la Soledad
En realidad no es más que un hueco poco profundo con remate de medio pun­to al que prestan decoración unos gran­des aletones de talla con remate en forma de dosel, todo ello tallado y dorado.

Nuestra Señora de la Soledad. Imagen de vestir, de tamaño natural, con cabeza y manos de talla que pertenece al esque­ma iconográfico de las dolorosas grana­dinas. Presenta ambas manos unidas, con los dedos entrelazados en un gesto de dolor contenido. Obra documentada en 1660.

Cristo de la Humildad. Talla. Tamaño casi natural. Presenta a Jesús tras la fla­gelación, sentado en una piedra —vestido sólo con paño de pureza y quebrados plie­gues—, con la diestra en la mejilla y su­jetando la caña a manera de cetro con la izquierda. Es obra que puede datarse en la segunda mi­tad del siglo XVII.

Retablo de Nuestra Señora de la Caridad

Madera tallada y dorada. Consta de dos órdenes: un alto banco dividido por las ménsulas en las que apoyan las pilas­tras que enmarcan la hornacina central —muy sobresaliente del plano general del retablo—, y por los pedestales prismáti­cos que soportan las imágenes de las ca­lles laterales.
En la hornacina, la imagen de Nuestra Señora de la Caridad, y sobre ella un do­selete con decoración geométrica.
En las calles laterales, el plano del re­tablo se torna cóncavo, a modo de dosel sobre sus respectivas imágenes: Santa Brí­gida y San Francisco de Paula. Remata el conjunto una quebrada cornisa sobre la que hay dos tablas de pintura, de pe­queño tamaño, ricamente enmarcadas por tallas vegetales que representan dos santos dominicos.
Es obra del lucentino Pedro de Mena y Gutiérrez, quien la ejecutó en 1743 por 2.200 reales.

Nuestra Señora de la Caridad. Dolo­rosa de vestir, con cabeza y manos de talla. Fue elaborada por el imaginero cor­dobés Miguel Arjona en 1987 en conme­moración del Año Santo Mariano Uni­versal.

Santa Brígida. Talla. 120 cm. de altura. Presenta, como muchas otras imágenes medievales, un hueco en el dorso, tal vez para contener reliquias. La santa viste hábito blanco y escapulario y capa oscu­ros, con ribetes dorados, y rectos y pro­fundos pliegues, cubriéndose la cabeza con una capucha cuyos bordes se ondu­lan enmarcándole el rostro ovalado, ilu­minado con una leve sonrisa. Sostiene en su mano derecha un libro abierto, ocul­tando la izquierda bajo el escapulario.
Es obra del siglo XV o de principios del XVI.

San Francisco de Paula. Talla. 125 cm. de altura. Representado algo más joven que en la iconografía tradicional de este santo. Se nos presenta con barba negra, sin cubrirse la cabeza con la capucha, vis­tiendo el hábito de su orden y sostenien­do en su mano izquierda un templo, sím­bolo de la Iglesia. Ha perdido el cayado que tenía en la mano derecha. Es obra anónima del siglo XVIII.


Nuestra Señora del Pópolo. Óleo sobre lienzo. 77 x 106 cm. Nuestra Señora está representada de media figura, cubierta con un manto azul oscuro con fina orla dorada, abrazando tiernamente a su hijo. El Niño, como la Virgen, con un rostro dulcísimo, viste una tuniquilla blanca, y se mueve inquieto poniendo un pie sobre el antebrazo y tocando la barbilla de su madre. Ambas figuras dirigen su mirada al espectador. La obra se completa por una orla de nubes y delicadísimas cabezas de querubines.
Este cuadro queda inscrito en un am­plísimo marco de doradas tallas, a ma­nera de retablo, con decoración de acan­tos, ramos de flores y veneras, cubierto con un dosel desde el que descienden, abriéndose, unos rizados cortinajes que imitan telas adamascadas.
Este marco recuerda obras de Fran­cisco José Guerrero. En torno a 1730.


Retablo de Jesús Rescatado
Madera tallada y dorada. Muestra un estrecho banco con ménsulas en las que aparecen angelillos atlantes, y sagrario central entre columnillas salomónicas.
El cuerpo principal tiene tres calles en­tre columnas, también salomónicas, ves­tidas con frondosos acantos. La calle cen­tral, entre pilastras decoradas con guir­naldas de flores y frutos, tiene una hor­nacina rematada por un arco trilobulado que cobija la imagen de Jesús Preso, en tanto que en las calles laterales, sobre vo­ladas repisas, se alzan las imágenes de San Pedro y San Juan Evangelista.
La calle medial culmina en el ático con una cartela que ostenta el emblema tri­nitario entre tallas, al tiempo que sobre la cornisa montan un elaborado copete y un ángel preso.
A ambos lados, sobre las columnas ex­teriores, dos figuras arrodilladas de cau­tivos.

Nuestro Padre Jesús Rescatado. Imagen de vestir con cabeza y manos de talla. Tamaño natural. Es obra de escuela local, datable en torno a mediados del siglo XVIII.

San Pedro. Talla policromada. Altura: 93 cm. El apóstol aparece revestido con una túnica ceñida y manto de rizados plie­gues y delicados estofados. Coloca su mano derecha sobre el pecho en tanto hace ade­mán de sostener con la izquierda unas llaves. La barbada cabeza se eleva hacia arriba en ademán de co­municación con la Divinidad. Tanto el airoso plegado del manto como la posi­ción de las piernas, la izquierda ligera­mente avanzada y flexionada, imprimen a esta escultura un elegante movimiento.

San Juan. De similares características y dimensiones que la anterior, con la que forma pareja. El evangelista se nos mues­tra joven, con larga y ondulada melena e incipientes bigote y barba. Viste túnica azul oscuro, también ceñida a la cintura, y manto que, cruzando diagonalmente la figura, cae desde el hombro al brazo izquierdo en estupendos pliegues. La ima­gen, que debía portar un cáliz en la mano izquierda, hace ademán de bendecir con la derecha.
Son obras excelentes muy próximas a José de Mora. En torno a 1710.

 Capilla del Santísimo: Realizada en 1.905 por Manuel Garnelo y Alda, de plan­ta rectangular y sencilla cúpula elíptica decorada con dos ciervos que beben agua del manantial que nace del cáliz y la Hostia, rodeados de angelitos. La imagen del Sagrado Corazón de Jesús, realizada por Manuel Garnelo y Alda en los años iniciales del siglo XX. De talla y tamaño casi natural. Erguido sobre un pedestal de plateadas nubes, Jesús abre con gesto solemne la parte superior de su túnica blanca para mostrar, sobre el pecho, un corazón llameante. Le flanquean dos án­geles alados de escaso valor artístico. No obstante cuenta como complemento con un par de angelotes, hoy en la entrada de la capilla, del referido Garnelo.

            Esculturas en el despacho parroquial.

Piedad. Terracota de pequeño tamaño. El conjunto se dispone sobre una base de madera, a modo de risco, de 50 x 36 cm., sobre la que se han situado las imá­genes de Cristo muerto, exánime sobre un oscuro lienzo, en el regazo de María que, con un atuendo monjil a base de una túnica dorada y un oscuro manto, con galón y vueltas también de oro, con­templa a su Hijo con dolorido semblante. María Magdalena, arrodillada, besa los pies de Jesús.
Es excelente el estudio anatómico de la figura de Cristo, así como la técnica de las telas encoladas utilizadas profusa­mente en la composición, sin olvidar los valores cromáticos de los dorados de las túnicas de los personajes.
Altura máxima: 34 cm. Es obra anó­nima de mediados del XVIII.

martes, 8 de noviembre de 2011

GRUPOS PARROQUIALES


Esquema Parroquial:

CONSEJO PASTORAL

CONSEJO ECONÓMICO

CULTO

LITURGIA
ADORACIÓN NOCTURNA 
 CORO
CARIDAD:

DELEGADOS DE MISIONES
CONFERENCIA S.VICENTE DE PAUL 
PASTORAL DE LA SALUD
MANOS UNIDAS
CÁRITAS INTERPARROQUIAL

FORMACIÓN:

CATEQUESIS DE:              
+ PRE-COMUNIÓN
            + POS-COMUNIÓN
            + CONFIRMACIÓN                                  

GRUPOS DE BIBLIA
GRUPOS DE REFLEXIÓN DE JOVENES Y ADULTOS
PRE-MATRIMONIALES
PRE-BAUTISMALES
HOJA PARROQUIAL

HERMANDADES:

HERMANDAD DE NTRA. SRA. DE LA AURORA Y S. FRANCISCO SOLANO, PATRONOS DE MONTILLA.

PONTIFICIA HERMANDAD DEL SANTO ENTIERRO Y SOLEDAD Y ANGUSTIAS DE LA MADRE DE DIOS.

FRANCISCANA HERMANDAD Y COFRADÍA DE NAZARENOS DE NTRO. PADRE JESÚS DE LA HUMILDAD Y PACIENCIA, MARÍA STMA. DE LA CARIDAD EN SUS TRISTEZAS Y SAN FRANCISCO SOLANO.

HERMANDAD DEL SAGRADO DESCENDIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, SANTO NOMBRE DE JESÚS, MARÍA SANTÍSIMA DE LA ENCARNACIÓN Y SAN JUAN DE ÁVILA.

lunes, 7 de noviembre de 2011

BIOGRAFÍA

SAN FRANCISCO SOLANO


ESPAÑA

Nació en Montilla (Córdoba - España) el 10 de marzo de 1549. Francisco fue el tercer hijo de Mateo Sánchez Solano y Ana Jiménez, llamada “la Hidalga”. Tuvo dos hermanos llamados Diego e Inés. Creció en un hogar cristiano y comenzó su educación con los jesuitas de su ciudad, entrando en la Orden de San Francisco a los 20 años. Ya siendo joven destacó por su caridad y su mansedumbre. Era muy austero y gozaba de facilidad para la música, por lo que fue designado fraile de coro, para ordenar los cantos. Cursó Filosofía y Teología en el convento de Loreto de Sevilla, ordenándose sacerdote en 1576. Solicitó sin éxito ser destinado como misionero al norte de África.

La muerte de su padre le hizo volver temporalmente a Montilla para visitar a su madre, que padecía ceguera. Sin embargo, su estancia se prolongó más de lo previsto debido a una epidemia. En Montilla realizó varias curaciones inexplicables que dieron comienzo a su fama como milagrero. Era «no hermoso de rostro, moreno y enjuto», como nos lo describe uno de sus contemporáneos.

En 1581, Francisco Solano fue destinado como vicario y maestro de novicios al convento cordobés de la Arruzafa (hoy Parador Nacional), donde solía visitar a los enfermos y recomendaba a los más jóvenes que tuvieran paciencia en los trabajos y adversidades. De ahí fue trasladado al convento de San Francisco del Monte, cerca de Adamúz. Desde allí visitó los pueblos de alrededor predicando y haciendo el bien. Su fragancia impregnó Montoro, donde estuvo a punto de morir cuidando a los enfermos de la peste.

Terminará su evangelización por tierras andaluzas en La Zubia (Granada), donde será asiduo del hospital fundado por San Juan de Dios.


AMÉRICA

En 1589, el rey Felipe II pidió a los franciscanos que enviaran misioneros a Sudamérica. Finalmente, y para alegría suya, Francisco fue el elegido para la misión de extender la religión en estas tierras. Después de un accidentado viaje al Perú, con naufragio y peligro de perecer en el trayecto, como su destino era Tucumán (Argentina) emprende este larguísimo viaje en compañía de ocho franciscanos más. Había que atravesar los Andes por el valle de Jauja, Ayacucho y llegar hasta Cusco; cruzar la meseta del Collao, la actual Bolivia por Potosí y entrar en los confines del norte argentino; de nuevo bajar hasta Salta y finalmente hasta las llanuras del Tucumán. Aquí permanece hasta mediados de 1595, como misionero. Recorrió los territorios de Tucumán hasta las pampas y el Chaco Paraguayo y Uruguay.

Fray Francisco Solano llegaba a todas las tribus que se encontraba y les predicaba con un crucifijo en la mano y con la música, consiguiendo que todos le escucharan con un corazón dócil y que se hicieran bautizar por centenares y miles. Hablaba las lenguas de los indios, cosa que maravillaba a los españoles y a los mismos nativos. Tenía una hermosa voz y sabía tocar muy bien el violín y el rabel. En los sitios que visitaba divertía muy alegremente a sus oyentes con sus alegres canciones.

San Francisco Solano misionó por más de 14 años por el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba de Argentina, siempre a pie, convirtiendo innumerables indígenas y también muchísimos colonos españoles.
Un día en el pueblo llamado San Miguel, un toro bravo se salió del corral y empezó a cornear sin compasión por las calles. El Santo se enfrentó a él con mansedumbre. La gente vio con admiración que el toro se acercaba a Fray Francisco y le lamía las manos y se dejaba llevar por él otra vez al corral, conducido por el cordón de su hábito.

Llegado a Lima en 1595, fue nombrado Guardián del Convento de la Recolección. Como siempre, se resistió todo lo que pudo antes de aceptar cualquier cargo de responsabilidad, exagerando su propia incapacidad para gobernar, pero finalmente tuvo que acatar la autoridad de sus superiores.

Su obsesión por la pobreza era tal que en su celda, tan sólo tenía un camastro, una colcha, una cruz, una silla y mesa, un candil y la Biblia junto con algunos otros libros. Era el primero en todo y jamás ordenó una cosa que no hiciera él antes.

Sus consejos eran prudentes, y cuando tenía que reprender a alguno de los demás frailes, lo hacía con gran celo y caridad. Sus excesivas penitencias y su espíritu de oración no le impedían ser alegre con los demás. Solano era también el santo de la alegría.

En Lima pasó los últimos años de su vida. A pesar de su precario estado de salud, continuaba haciendo grandes penitencias y pasaba noches enteras en oración. También iba a menudo a visitar a los enfermos o salía a las calles a predicar con su pequeño rabel y una cruz en la mano. Así conseguía juntar a un gran número de personas y las congregaba en la plaza mayor, donde se dirigía a la muchedumbre en alta voz. Predicaba en todas partes: en los talleres artesanales, en los garitos, en las calles, en los monasterios e incluso en los corrales de teatro. Especial significado tuvo su oposición a ciertos espectáculos teatrales en los que a su juicio se ofendía a Dios.

En octubre de 1605, Solano pasó a la enfermería del convento. Postrado y gravemente enfermo del estómago, apenas si podía salir a predicar y a visitar a los enfermos. Procuraba asistir a la comida en el refectorio junto con los demás frailes, pero comía muy poco, tan sólo unas hierbas cocidas. Además, seguía excediéndose en sus penitencias y no miraba por su delicada salud. De este tiempo es el conocido “sermón que convirtió Lima”.

Durante su última enfermedad, Solano era poco más que un esqueleto viviente. Finalmente murió el 14 de julio de 1610, día de San Buenaventura. Ese mismo día y a la misma hora se produjo un extraño toque de campanas en el convento de Loreto, en Sevilla, donde fue ordenado sacerdote y cantó misa. La enfermería se convirtió en un ir y venir de gente que querían besar las manos y los pies de Fray Solano. Le cortaron el pelo y las uñas como reliquias. Tuvieron que vestirlo cuatro veces, porque todos querían pedazos de su hábito.
A su entierro asistieron unas 5.000 personas. El virrey Marqués de Montesclaros y el arzobispo Lobo Guerrero portaron el féretro a la iglesia, donde la guardia de alabarderos apenas puede contener a la multitud. Predica sus virtudes el provincial jesuita, Juan Sebastián de la Farra, y se le da sepultura en la cripta de la iglesia, donde más tarde se levantará una capilla.
Tan sólo 15 días después de su muerte, se abrió su proceso de canonización. Las gestiones comenzaron en Lima, donde hubo 500 testigos, y después continuaron en otras ciudades del Perú, en el Tucumán y en España. Clemente X lo beatificó el 1675 y Benedicto XIII lo canonizó el 27 de diciembre de 1726. Su festividad es el 14 de julio.

domingo, 6 de noviembre de 2011

PATRONAZGOS DE SAN FRANCISCO SOLANO


Lima (26 – junio – 1629)
Plata de las Charcas (25 – febrero – 1631)
Panamá  (14 – julio -1631)
Mar del Sur (hoy Océano Pacífico)  (18 agosto 1631)
Salinas, valle de Misqui  (20 – septiembre – 1631)
Cartagena de Indias  (11 – octubre – 1631)
Valverde de Ica (25 – octubre – 1631)
San Felipe de Austria de Oruro (13 – octubre -1631)
Castrovirreyna (30 – diciembre – 1631)
La Habana (6 – febrero – 1632)
Huamanga (Ayacucho)  (16 – febrero – 1632)
Oropesa del Valle de Cochabamba (1 – marzo  - 1632)
Potosí  (23 – marzo – 1632)
Carrión de Velasco (Guaura) (11 – junio – 1632)
Arnedo, valle de Chancay (13 – junio – 1632)
Cuzco (22 – octubre – 1632)
Santiago de Chile (26 – agosto – 1633)
Chile (3 – enero – 1635)
Montilla (14 – marzo – 1647)
Prelatura Deán Funes (3 – febrero – 1982)


OTROS PATRONAZGOS
Patrono en los terremotos (1897)
Unión Misional Franciscana fundada en Sajonia (1907)
Patrono del folklore argentino (1949)

sábado, 5 de noviembre de 2011

HAN DICHO DE ÉL


“Amen tanto a María como S. Fco. Solano, que algunas veces, como fuera de sí, llevado de una santa locura, se ponía a cantar coplas cariñosas delante de una imagen, a semejanza de lo que hacen de noche los amantes del mundo”. S. ALFONSO Mª DE LIGORIO (Las Glorias de María I).

“Almas eucarísticas fueron un Toribio de Mogrovejo, un Francisco Solano…” PÍO XII (31- 10 – 1943)
“…se lo pedimos así al Autor y Dador de todo bien, por medio de vuestros grandes Santos, Toribio de Mogrovejo, Francisco Solano…”  PÍO XII  (15 – 5 -  1949)
“Amamos al Paraguay que se honra con la memoria de San Francisco Solano.” BEATO JUAN XXIII (25 – 11 - 1960)
 “Los orígenes de la fe católica en el continente americano tuvieron como centro importante y vital la región que ahora forma vuestro insigne País (Paraguay) con nombres gloriosos como el de S. Francisco Solano…” PABLO VI  (19 – 5 – 1964)
“Ahí están la solidaridad y ardor misionero de San Francisco Solano”. BEATO JUAN PABLO II (2 – 2 – 1985).
“No puedo dejar de mencionar la vida sencilla, alegre, llena de amor por los indígenas de San Francisco Solano.” BEATO JUAN PABLO II (8 – 4 – 1987).
“Lo que fue san Francisco Javier para las Indias Orientales, lo fue san Francisco Solano para las Indias Occidentales, y con más razón”. ESPASA CALPE

jueves, 3 de noviembre de 2011

HORARIOS MISA

CELEBRACIÓN DE LA FE:

Horarios de Misa: 

De octubre a abril (incluidos): 

+ Templo Parroquial:
Laborables: 20 h.
Domingos y festivos: 11,00 h. y 20 h.

+ Capilla del Sagrado Descendimiento 
Tercer domingo a 12:30 h.

+ Monasterio Sta. Ana:
Laborables: 8,30h.
Sábados: 8,30h.
Domingos y festivos: 13h.

De mayo a septiembre (incluidos): 

+Templo Parroquial: 
Laborables: 21 h.
Domingos: 10,30 h.

Horario de Verano: 10,00 h a 11,15 h

+ Capilla del Sagrado Descendimiento
Tercer domingo a 12:30 h.

+Monasterio Sta. Ana: 
Laborables: 8,30h.
Domingos y festivos: 13h.

Exposición del Stmo: 
Todos los jueves una hora antes de Misa.
Todos los días de Cuaresma después de Misa.
Durante la novena a Ntra. Sra. de la Aurora y la de San Francisco Solano.

Sacramento de la Penitencia: 
Todos los días antes y durante de la Eucaristía.

Archivo: 
L, M, X y V de 18:45 a 19:40 en invierno.
L, M, X y V de 19:45 a 20:40 en verano.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

ORACIONES AL SANTO


HIMNO A SAN FRANCISCO SOLANO

Francisco Solano, sol
que en Montilla tuvo el alba,
que en la patria y en America
rayos benignos derrama.

Era oración siempre ardiendo
de tu corazón la lámpara,
tu librea, la humildad,
y la pobreza, tu dama.

Penitente, y alma alegre,
doquier el gozo propagas,
sin cesar, con las criaturas,
la bondad de Dios cantabas.

Casta paloma sin hiel,
agravios no te turbaban,
Dios te dio el don de sanar
de la discordia las llagas.

En cárceles y hospitales
acreció tu amor sus llamas,
salud se hacía en tus manos
y consuelo en tus palabras.

Tu sed, no de plata y oro,
tu sed de martirio y de almas
convirtió en trigal de Dios
Perú, Tucumán, La Plata.

Con el riego de tu celo
y el calor de tu voz mansa,
en selvas y urbes, la mies
llegó a cosecha granada.

A Dios gloria por tu vida,
que fue cauce de su gracia;
al que en ti mostró su amor,
nuestro ruego y alabanza. Amén.

(Marcos Rincón Cruz O.F.M.)

RESPONSO AL SANTO
Si buscas virtudes, mira
cuántas practicó Solano;
en todas fue peregrino
y en todas muy consumado.

Milagros hizo a millares
con enfermos y apestados,
con ciegos, cojos, tullidos,
con leprosos y con mancos;
muchos libres de la muerte
y muchos resucitados.

El mar serena sus furias
y se aquieta su manto;
en que se embarcó con muchos
y a todos los sacó a salvo;
los peligros se retiran,
los pobres van consolados;
cuéntenlo los socorridos,
díganlo los Montillanos.

Gloria al Padre, Gloria al Hijo,
Gloria al Espíritu Santo;
ruega al Señor por nosotros,
piadosísimo Solano,
para que dignos así
de tus favores seamos.


ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, que por medio de San Francisco Solano, llevaste al seno de tu Iglesia a mucha gente de Hispanoamérica, por su intercesión y sus méritos llena nuestros corazones de tu amor y conduce a todos los que te ignoran al conocimiento del misterio de Cristo. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.



ORACIÓN DESDE ARGENTINA

Señor Jesús, tú infundiste en tu
siervo san Francisco Solano un heroico
desprendimiento de todo y de todos para
mejor servirte a ti y al prójimo; te
pedimos por su intercesión la gracia de
servirte a ti con creciente amor y al
prójimo con más generosa entrega.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria

Señor Jesús, tú fuiste el buen
pastor que dio su vida por las ovejas e
infundiste en tu siervo san Francisco
Solano un gran celo por la salvación de
los hombres, especialmente de los más
pobres e indefensos; te pedimos por su
intercesión la gracia de ser los apóstoles
de tu reino y los mensajeros de tu amor
entre nuestros hermanos más necesitados.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria

Señor Jesús, tú infundiste un gran
espíritu de oración y de contemplación
en tu siervo san Francisco Solano; te
pedimos, pues, que por su intercesión
aumentes nuestra fe, afirmes nuestra
esperanza y avives el fuego de nuestra
caridad, para que hagamos de nuestra
vida un cántico de alabanza para tu gloria
y una siembra de luz para nuestros
hermanos.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria

Señor Jesús, tú eres la eterna
alegría y amas a los que te sirven
alegremente; por la intercesión de tu
siervo Francisco Solano, el santo de la
alegría y de la música, te pedimos la
gracia de servirte alegremente, de
soportar con alegría las penas de la vida
y de ser los pregoneros de tu alegría en
medio de nuestros hermanos tristes y
afligidos.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria

Virgen María, Madre de Jesús y
Madre nuestra espiritual, tú fuiste el
amparo de tu siervo devoto san Francisco
Solano en todos los innumerables
peligros y dificultades de su vida; te
pedimos que por su intercesión seas
nuestro amparo y socorro en esta angustia
y necesidad y que alcancemos la gracia
que tanto ansiamos y esperamos.
Salve y Credo

martes, 1 de noviembre de 2011

PALABRAS DE SAN FRANCISCO SOLANO

PALABRAS DE SAN FRANCISCO SOLANO

“Glorificado sea Dios”.

“Nuestra bienaventuranza consiste en estar bien con Dios, amándole de corazón y haciendo en todo su santa voluntad”.

“Me asombra cómo no nos abrasamos y hervimos en amor de Dios considerando un tan gran Señor como tenemos”. “Amad a Dios hijos, amad a Dios”.

“¡Qué buen amigo, qué buen amigo es Dios!”

“¡Oh, qué buen Dios tengo! ¡Oh buen Dios y Señor todopoderoso!”

“Mirad pecadores, no ofendáis a Dios. Mirad que tenéis buen Dios y está diciendo: no me azotéis más que me duele mucho.”

“Amen mucho a Dios, quieran mucho a Dios, sirvan mucho a Dios.”

“Milagro, milagro cierto,
soberano y muy divino,
que en forma de pan y vino
Nuestro Dios viene encubierto”.

A mi hermana Inés

A mi hermana Inés Gómez Solano, 
en la calle de San Agustín, en Montilla. 

Con extremado contento, hermana mía, recibí la suya sabiendo por ella que vuesa merced y mis sobrinos tienen salud, aunque acompañada de trabajos: fruta con que el Señor regala a los suyos. Estímelos en mucho, y padézcalos con grande alegría, porque es merced muy señalada, que su Divina Majestad le hace; y según dice Pablo, “como fuéremos compañeros de las pasiones y trabajos de Cristo, lo seremos de sus consolaciones”. Y pues Jesucristo le ha echado el ojo para hacerla compañera suya en sus trabajos, señal es que también la quiere hacer compañera de las consolaciones de su gloria. Agradézcale mucho el cuidado que tiene de su salvación. A nuestra sobrina Brígida de Gálvez dará mis recomendaciones, y que no le doy el pésame, sino el parabién de la muerte de tan buen hermano. Pues de creer es que, según su vida, está gozando de la vida sin muerte.

Pues gusta a vuesa merced de tener en compañía a María y a Mencía, deseo que sean santas siervas de Dios. Ayúdeles con buena doctrina. Nuestra bienaventuranza consiste en estar bien con Dios, amándole de corazón y haciendo en todo su santa voluntad; y el medio para alcanzarlo se contiene en la siguiente oración: “Todopoderoso y clementísimo Señor, Dios y Salvador mío pésame de todo corazón de haberos ofendido por ser quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas y propongo de nunca más pecar y de apartarme de todas las cosas de ofenderos, y de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Yo os ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Suplico, Señor, con firme esperanza en vuestra bondad y misericordia infinita, me los perdonaréis por los merecimientos de la preciosa sangre y Pasión de mi Señor Jesucristo, vuestro Hijo, y me daréis gracia para enmendarme y preservar hasta la muerte. Amén”. Tenga cuidado de mandar leer esta oración muchas veces, hasta que la tome de memoria, y dígala todos los días muy de corazón, porque va la salvación del alma y el alcanzar la vista de Dios, el cual prospere a vuesa merced en su santo servicio y en la gloria nos veamos.

De Lima, 16 de marzo de 1610 
Su hermano, fray Francisco Solano

COPLAS A SAN FRANCISCO SOLANO

LETRAS DE LAS COPLAS TRADICIONALES
DEL CANCIONERO POPULAR MONTILLANO

¡Quién tuviera la dicha
de un montillano;
bautizarse en la pila
donde Solano!

San Francisco Solano
Dijo a su madre;
No me haga usted camisa,
Quiero ser fraile.

El que quiera saber
Quién es Solano,
Que lo ofenda delante
de un montillano.

Con el bastón tocaba
Sobre una peña,
Y salieron las aguas
Claras y bellas.

Cuando este santo niño
Estaba en la cuna,
Repartía los rayos
Como la luna.

¿Dónde va mi Solano
al ser de día?
A visitar el barrio
De Tenerías.

Con el cordón tocaba
Los toros bravos
Y al instante quedaban
Nobles y mansos.

San Francisco Solano
Nació en Montilla,
Fue a convertir herejes
Y murió en Lima.

ESTRIBILLO:

¡Viva Solano,
que es el mejor
de todos
los montillanos!